Verónica Gélvez y su esposo, dos ciudadanos venezolanos que tras la crisis social en su país decidieron trasladarse a Colombia, encontraron en la repostería la forma de llegar a la mesa y el corazón de decenas de cucuteños. “Nosotros empezamos aquí en Cúcuta el 1 de agosto del 2018, el dinero que trajimos y con el que contábamos lo invertimos en una tienda y así duramos año y medio. Poco a poco fuimos incluyendo productos de panadería, pero nuestro gran fuerte fue la creación de tortas personalizadas”, dice con entusiasmo Verónica Gélvez sobre su emprendimiento.  

El reto de comenzar de nuevo

Señala la pareja de migrantes que empezar en Colombia no fue fácil, más aún cuando se enteraron tras su llegada, que Verónica estaba en embarazo, una noticia que los llenó de felicidad, pero que a la vez los enfrentó a un reto mayor, sacar a delante su emprendimiento y el nacimiento de su hijo. “Yo era la que tenía los conocimientos en repostería y panadería, mi esposo se ha enfocado más en la parte administrativa, pero tuvimos que aprender de todo un poco y empezar con una gran producción artesanal que es la base de nuestro negocio”, añadió.

Verónica y su esposo dos contadores de profesión que en Colombia no lograron ejercer, encontraron en la repostería el valor de su emprendimiento. Para el 2021 iniciaron la contratación de personal, situación que fue de gran ayuda en el momento debido a que, infortunadamente, Verónica sufrió un accidente laboral que la mantuvo hospitalizada e incapacitada durante varios días. “Cortando unas tortas me corté un dedo, perdí la mitad de la falange y estuve hospitalizada durante más de 10 días,  afortunadamente tenemos afiliación al sistema de salud y logré recuperarme. Durante ese tiempo mi esposo quedó al frente del negocio y su apoyo fue fundamental para salir de los pedidos que teníamos pendientes en ese momento. Ya por fortuna recuperé la movilidad total del dedo”, indicó.

Industrialización

El tiempo, la experiencia y la capacidad de ponerle frente a las adversidades que se presentaron durante los primeros años, han permitido que la pareja logre cumplir nuevos objetivos, entre ellos el mejoramiento y la integración de maquinaria para reforzar su producción y lograr brindar oportunidad laboral a más personas. “Hemos podido acceder a diferentes créditos y microcréditos gracias a los cuales hemos invertido en nuestro negocio, ya que cuando llegamos no teníamos vida crediticia y fue algo que empezamos a construir con el tiempo. Actualmente trabajamos con cinco personas más, hemos mejorado la maquinaria que tenemos y eso nos ha llevado a estar más industrializados”.

“En el 2020 durante la pandemia estuvimos a punto de regresar a Venezuela porque no nos daban los números para quedarnos aquí, sin embargo, al llegar la cuarentena no pudimos salir de Colombia, lo que nos ayudó a evolucionar en este territorio y logramos encontrar en ese obstáculo una oportunidad. Prácticamente la pandemia nos ayudó a evolucionar y las personas nos empezaron a conocer. Evolucionamos en lo que vimos que las personas necesitaban”, manifestó la pareja.

Actualmente el emprendimiento de esta pareja cuenta con una amplia oferta de productos entre los que se destacan desayunos sorpresa, tortas personalizadas, cafetería y zona de almuerzos.

Estos emprendedores pudieron fortalecer su negocio gracias al Programa Oportunidades Sin Fronteras de Usaid. 

Un mensaje de esperanza

Empezar como migrante en un territorio desconocido no es fácil, pero tampoco es imposible, señalan. “Todo lo nace de la disciplina, la perseverancia y hacer todo el tiempo las cosas de la mejor manera para que la gente quede a gusto con el servicio que prestamos. La gente nos busca porque nosotros no solo buscamos ganar dinero, sino ganar un cliente con nuestra buena atención y que las personas se sientan satisfechas y a gusto con el producto de calidad que nosotros les bridamos. Productos de calidad y a precios accesibles”.