El camino de una joven venezolana para estudiar en Colombia

Glenda Murallas Peñaloza, es una adolescente que cada día vive una aventura para llegar al colegio con sus tres hermanos.
Glenda recibió diploma como Gestora de Paz.

Desde hace cuatro años que Glenda Murallas Peñaloza, una adolescente venezolana de 16 años, ha tenido que enfrentarse a todo tipo de contratiempos para poder estudiar.

Su humilde vivienda está ubicada en el sector Guarumito (Venezuela), que conecta con el corregimiento Guaramito (Colombia), y cada día vive su propia odisea para lograr llegar al colegio Jaime Cárdenas Moncada, donde cursa décimo grado.

Su día empieza antes de las 5:00 de la madrugada (hora colombiana) pues debe arreglarse y ayudar a vestir a sus hermanos (de 12, 11 y 8 años), para ir todos a la institución educativa, con el gran sueño de aprender y algún día ser profesionales.

Glenda es una luchadora pese a su corta edad ya que cruza dos veces al día con sus hermanos, el río Guarumito para asistir cumplidamente, participar de las actividades y alimentar la ilusión de una mejor vida.

“Yo llevó estudiando ahí desde séptimo grado y mis hermanos empezaron este año porque en Venezuela todos los profesores se fueron a otros países, quedaron vacíos los salones. Siempre escuchaba decir que el sueldo no les alcanzaba para nada.

Al principio fue una experiencia dura porque mis compañeros no me querían mucho, me sentía sola, me aislaba pero después se dieron cuenta de cómo soy y cambiaron. Ya son mis amigos”, relató la menor.

Sin límites para estudiar

Del lado venezolano no hay buses o entidades gubernamentales que en ese sector transporten a los niños y jóvenes que estudian de este lado de la frontera, por lo que Glenda usa una motocicleta para trasladarse y llevar a sus hermanos.

“Vamos en la moto hasta la orilla del río donde nos espera una balsa, ahí la subimos para atravesar la corriente de agua. Una vez en tierra seguimos en la motocicleta hasta el colegio. No hay otra forma para llegar rápido (45 minutos aproximadamente en total)”, relató la estudiante.

Cada sacrificio vale la pena pues vuelve a casa en horas de la tarde con una enorme sonrisa de satisfacción por los momentos vividos con sus amigos, lecciones aprendidas y el deseo de volver al otro día.

Esta adolescente no se rinde pese a las adversidades que enfrenta cada día.

Disfruta de la actuación

Glenda participó en los talleres de formación que se llevaron a cabo en su colegio, con la Corporación de Profesionales para el Desarrollo Integral Comunitario (Corprodinco) y el apoyo de Acnur, donde exploró su gusto por la actuación.

“Actuar es destapar todo lo que llevo adentro y me encanta hacerlo. No había tenido ese chance antes y me fluye, siento que me aleja de lo malo”, agregó.

Ahora ya es una Gestora de Paz y se siente alegre pues además de distraerse de su difícil realidad, se dio cuenta de los caminos artísticos que puede seguir y de las múltiples oportunidades de vida si continúa estudiando.

 

Con el proyecto de ADN Paz y el apoyo de Acnur participó durante dos años en talleres de formación.