Es normal encontrarte con cientos de historias de venezolanos valientes en los puentes fronterizos por Norte de Santander.
Una de ellas, es la de José Macías, quien vive del llamado ‘rebusque’ en el puente Simón Bolívar, que conecta a San Antonio con Cúcuta.
A las 7:00 de la mañana llega José con dos bolsas negras llenas de mercancía colombiana para vender.
Moñas, ligas, ganchos para el cabello y pequeños frascos plásticos con pegantes, son los productos que sostiene en las manos mientras los ofrece a las 35.000 personas que en promedio cada día transitan por el lugar.
Sin importar el clima inclemente que haga en la estructura convertida en paso peatonal, llega con la ilusión de conseguir el sustento para llevar a casa.
“Vivo con mi esposa y cuatro hijos, así que no tengo tiempo de tristezas, lo mío es ponerle ganas para que me vaya bien”, aseguró con una enorme sonrisa.
También recordó el antiguo trabajo que tenía: mecánico diésel, el cual desempeñaba en Valencia, estado Carabobo.
Aunque no tiene avergüenza por lo que hace ahora, si le da nostalgia esos momentos de prosperidad vividos años atrás.
“Aquí en las ciudades de la frontera más del 80% de los venezolanos estamos de informales porque no hay de otra pero con esto nos levantamos lo de la comida. En un día malo son 20.000 pesos que me hago. Eso sí, cuando cierran la frontera nos joden a todos porque el comercio se para en seco”, manifestó.
Además, aseguró que en el interior de Venezuela ya desapareció por completo el bolívar. La moneda que impera es el dólar.
“En Valencia una harina pan te sale en 1 dólar. Ya es raro el vendedor que acepte los bolívares. En cambio, aquí en la frontera todo es en pesos colombianos”, dijo.