“Estuve nueve días caminando desde Bogotá hasta Bucaramanga, porque no tenía, ni sabía cómo hacer para regresarme en los buses, y luego tres días más desde Bucaramanga hasta Cúcuta. La circunstancia de la pandemia del coronavirus nos obligó a salir luego de estar dos años viviendo en este país. Gracias a Dios estamos sanos y tenemos salud, pero esto ha sido duro para los migrantes”, contó entre lágrimas Jarley Contreras, oriundo del estado Mérida y quien llegó al país el 10 de agosto de 2018.
Él regresó como caminante como muchos más venezolanos; sin embargo, hay otros como Jairo Rojas, quien llegó hasta el puente internacional Simón Bolívar (en Villa del Rosario) en un bus, coordinado por el Gobierno, que lo trajo desde la capital del país.
“Yo tenía apenas seis meses en Colombia, vengo de Rubio en el estado Táchira, y soy mariachi. Entonces los sitios donde yo trabajaba como bares, tabernas, fiestas fueron los primeros que cerraron y se prohibió, y lo más probable es que sean los últimos en reactivarse. La situación se empezó a tornar dura, porque los dueños de las casas están exigiendo arriendos y no tenemos cómo pagarlo. Esa presión es muy fea, sobre todo sabiendo que te pueden echar a la calle en un país que no es el tuyo”, relató el joven.
A Luis Ortega quien desde hace un año vive en Chinácotá trabajando en la construcción si lo sacaron de la vivienda que habitaba con su esposa. Le cortaron los servicios como medida de presión y no tuvo más alternativas que retornar.
“Yo soy de Cojedes y le doy gracias a Colombia por haberme abierto las puertas durante este año. Sin embargo, el sentirnos amenazados de quedarnos en la calle y sin tener un techo donde resguardarnos en plena pandemia nos dio miedo, y así hay mucha gente con temores que quedar en la calle desprotegidos”, manifestó en medio del puente, mientras esperaba que abrieran el paso del lado venezolano.
La situación vivida por Luis le sucedió a Graciela Briceño, una venezolana residenciada en Cúcuta. La sacaron de su casa junto con su madre, su hija menor de edad y su tía. “No pude pagar el arriendo de marzo y tampoco el de abril, porque yo trabajaba en una tienda de calzado y la cerraron y a todo el personal lo despidieron. Yo entiendo a la señora que esa es su forma de ingreso, pero yo nunca pagué a destiempo y le supliqué que nos diera tiempo”, relató preocupada.
Graciela retornó por el puente Simón Bolívar que la conduce hacia la población de San Antonio del Táchira. Sin embargo, antes de atravesar tuvo que pasar por una serie de protocolos de salud y registro.
Primero, fue sometida a un tamizaje de salud con la toma de temperatura corporal, posteriormente le tomaron sus datos personales y familiares –si viaja acompañado de un pariente- y luego funcionarios de la Cruz Roja Colombiana le entregaron un kit del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.
A las 9:00 de la mañana, los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana que custodian el puente del lado venezolano, les dieron paso al vecino país donde deben someterse nuevamente a los controles de las autoridades venezolanas, entre ellos aguardar en refugios mientras dan negativo la prueba rápida para la COVID-19.
Datos de Migración Colombia
Según el último reporte dado por Migración Colombia, la semana pasada, cerca de 12.000 venezolanos han retornado voluntariamente hacia el vecino país y se han empleado más de 290 buses para estos regresos.
El director general de Migración, Juan Francisco Espinosa, aclaró que el retorno voluntario de los venezolanos se está haciendo bajo una serie de protocolos establecidos con las distintas alcaldías y gobernaciones del país para evitar represamientos en los puntos de salida, y para ello se habilitó el corredor humanitario.
Especificó que diariamente hay unos cupos determinados para las salidas de migrantes por la frontera y lo que se ha buscado es que solo lleguen a este punto el número de venezolanos habilitado por día.