Ubicada en el municipio de Los Patios, Fundación Colombo-Venezolana Nueva Ilusión, alberga la historia de tres de sus trabajadores que luego de migrar hacia Colombia en busca de nuevos horizontes a causa de la crisis económica, decidieron emprender el camino de ayudar a sus coterráneos que de igual forma habían decidido salir de su país.
“Yo no escogí esta labor, ella me encontró a mí”: Nikolay Mantilla
Desde hace tres años, Mantilla llegó a Colombia luego de que decidieran cruzar la frontera por falta de oportunidades laborales para su profesión, que en ese momento era Comercio Internacional, pero que dio un giro inesperado cuando por primera vez brindó acompañamiento a un niño en condición de vulnerabilidad.
Esta experiencia detonó algo en él que lo cambió para siempre, por lo que decidió estudiar trabajo social en Cúcuta y comenzar a ejercer desde la ayuda humanitaria a la población migrante, retornada y de acogida.
Actualmente, se desenvuelve como trabajador social dentro de la Fundación anteriormente mencionada, donde realiza actividades psicopedagógicas en torno a diferentes temas como por ejemplo las Violencias Basadas en Género (VBG), fortaleciendo las habilidades de los beneficiarios que acuden a las instalaciones por ayuda.
Separar el trabajo de las emociones que como es normal se remueven en este campo, lo cierto es que tal y como lo descubrió desde el principio, su principal motivación es la dignificación de la vida humana, en especial la de los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en condiciones desfavorables o que atraviesan por el proceso migratorio al que muchos se ven expuestos cada día.
Como migrante, Nikolay comprende de primera mano lo mucho que cuesta atravesar por estas situaciones y por ello se ve llamado todos los días a trabajar desde el ejercicio de su profesión, para así seguir construyendo un mejor país multicultural y diverso en el que todos y todas puedan aportar su granito de arena, pues para él no hay “nada más gratificante que la satisfacción de saber que estás dejando una huella”.
“El amor, eso es lo que mueve y nos impulsa”: Jhon Álvarez, Coordinador General de la fundación
Ex trabajador de la Gobernación, la Protección Civil y el Ejército de Venezuela, Jhon Álvarez Castellanos, Coordinador General de la Fundación, es un Ingeniero Civil que al observar la crisis económica que vivía en su territorio, decidió migrar y reencontrarse con su familia que ya se encontraba en Colombia.
Aunque muchos creerían que un Ingeniero Civil poco tiene qué ver con la ayuda humanitaria, la verdad es que Jhon encontró una vocación firme en ayudar a las demás personas, sobre todo a los niños que por distintas razones sufren los impactos de abandonar su hogar para llegar a uno nuevo y totalmente desconocido para ellos.
Con el tiempo, sus familiares decidieron establecerse en Bogotá, pero él se mantuvo firme en la ciudad de Cúcuta, pues considera que al ser una ciudad fronteriza, ofrece muchas oportunidades para construir futuro para personas que como él están proyectadas a rehacer su vida, ya sea desde cero o en busca de realizar las actividades a las que se dedicaron en el pasado.
El amor ha sido un pilar fundamental para que cada día decida levantarse de nuevo y continuar trabajando por quienes lo necesitan, porque a pesar de que no siempre existen los mismos ánimos, el amor es lo que le mueve para no desistir y resistir ante las adversidades.
“No hay mejor sentimiento que el de la sonrisa de un niño agradecido”: Marly Parra, auxiliar contable
Con cinco años en Colombia y 30 años de vida, Marly Parra dedica sus días a llevar la contabilidad de la Fundación, en la cual se ha sentido completamente acogida y aunque hasta ahora solo lleva tres meses vinculada, se ha convertido en su lugar favorito debido a lo bonito que ha sido su paso por ahí.
Desde que llegó al país tras huir de las falencias que había en ese momento en Venezuela, ella ha luchado por mantenerse a flote y continuar haciendo realidad su proyecto de vida, razón por la cual decidió estudiar la carrera que hoy ejerce.
Como ella explica, esta área de trabajo es sumamente importante para poder seguir ayudando a las personas menos favorecidas, puesto que ayudar a que la Fundación siga manteniéndose a flote gracias a los recursos económicos que se necesitan para costear todos los beneficios que ofrecen, es fundamental.
Sin embargo, este campo de acción no estaba dentro de sus planes y llego a ella como una señal de que era lo que debía hacer y ahora se siente sumamente agradecida de haber llegado hasta donde está ahora, ya que ayudar a los niños, niñas y adolescentes le ha producido un sentimiento de satisfacción que solo puede sentirse con pocas cosas en el mundo.