Nacida en San Cristobal, Venezuela, Yolimar Portillo migró hacia Colombia en 2015 tras la crisis política y socioeconómica que vivía su país, la cual no le permitía visualizarse a futuro dentro del territorio que siempre había habitado.
Actualmente, reside en Cúcuta junto con su familia, la cual se siente muy bendecida de tener justo a ella en el país que le abrió las puertas y le permitió ser representante legal de su propia organización sin ánimos de lucro, la cual ayuda a personas que a igual que ella debió salir de su país en busca de mejores oportunidades.
Banderas Unidas, es una hija del esfuerzo que Yolimar le ha puesto al seguimiento de su carrera, para poder seguir contribuyendo a la restitución y defensa de los derechos humanos tanto a personas migrantes, como población de acogida, retornada, víctima de Violencias Basadas en Género (VBG) o conflicto armado, racismo y xenofobia.
Con su título de conciliación para la equidad, nombrada por el Ministerio de Justicia, busca replicar su conocimiento para acompañar y visibilizar las diferentes rutas existentes, a las personas que presentan necesidades y logren tener acceso a todos sus derechos, independientemente de su color de piel o estatus migratorio.
Una de sus banderas más importantes, es la visibilización del concepto “afromigrante”, pues ella, como parte de esa comunidad, manifiesta la importancia de que más personas se familiaricen con el término y entiendan las violencias que viven estas personas de manera diferencial teniendo en cuenta tanto su identidad como afrodescendiente, simultáneamente a sus procesos de movilidad humana, en especial cuando se trata de mujeres, lo que coloca a la persona en un grado más alto de vulnerabilidad.
“Es un orgullo para mí tener este hermoso color, este legado, y es importante que nuestros hijos sepan lo bonito de esta identidad y conozcan sus raíces, porque ser afro y migrante a la vez, nos hace visibilizar la diversidad, llevarla a diferentes partes del mundo y no hay que olvidarlo, hay que salvaguardar nuestra tradición” señaló la mujer en entrevista con el Diario La Opinión.
Aunque ella no realiza los procesos de acompañamiento como tal dentro de su organización, sí cuenta con una red aliada que le permite tener acceso a las herramientas tanto de capacitación para seguir formándose, como el apoyo necesario para poder dirigir a las personas hacia la ruta necesaria para mejorar su situación.
Además, comenta que ser migrante no es fácil, pero que como en su caso, es una muestra de resiliencia que la ayuda a pararse todos los días y que además inspira a más personas a no solo velar por su bienestar, sino por muchas más personas para hacer de este mundo un poco más amable y menos discriminatorio.
Con respecto a lo último, desde su labor ha librado dirigir dinámicas, talleres y actividades de incidencia que fomentan la tolerancia desde el respeto por la diferencia, entiendo que esta nos hace ricos y diversos, debido a que puede tomarse como “una oportunidad para fortalecer las dinámicas de una región que siempre ha tenido la migración y las actividades propias de un territorio transfronterizo, presentes en su día a día que hacen de este un espacio único”, que debe seguir siendo el epicentro de ayuda humanitaria, tal como lo explicó la lideresa.
Ser representante legal de una ONG sin ánimo de lucro, la cual ha dedicado parte de su trabajo a la caracterización y apoyo a poblaciones en condición de vulnerabilidad, ha significado un gran reto que trae consigo responsabilidades, pero también grandes triunfos que se logran brindando de forma desinteresada y conforma el mejor servicio a las personas que pasan por la fundación que lleva al rededor de cinco años velando por los derechos de las personas de la zona.
Su historia, al igual que la de muchas personas que tras las adversidades lograron un caso de éxito con respecto a la integración de población migrante en Colombia, específicamente en Cúcuta, son el reflejo que se pueden lograr grandes cosas, desde la empatía y sobre todo la no discriminación, dado que como menciona Yolimar, “es una limitante para construir y solo destruye”, lo cual no permite el progreso y desarrollo como sociedad multicultural y diversa.
De esa forma, con la sonrisa que la caracteriza, menciona que siempre se levanta agradecida con dios, por ayudarla y darle la fortaleza para ayudar, lo cual se ha convertido en un propósito para su vida que espera seguir cultivando.