La experiencia de migrar genera un proceso de duelo que desencadena una sensación de pérdida emocional; a esto se le llama duelo migratorio y aunque no se refiere a una pérdida física, comparte similitudes en signos y etapas con el duelo tradicional, ya que también implica una carga emocional significativa.
Esta carga emocional puede llegar a ser considerada muy riesgosa, en especial para los infantes que se sienten en ocasiones en una situación de abandono, experimentando incluso episodios de depresión porque temen no volver a ver los seres queridos que dejan en sus países de origen, y esto va dejando marcas importantes en su autoestima.
Juliana Corona, psicóloga de la Universidad de Pamplona, señala que la forma de identificar que un niño o niña se encuentra pasando por un duelo migratorio, es a través de signos y no de síntomas, como generalmente se cree, puesto que no es una enfermedad o patología, solo es una situación por la cual las personas pueden llegar a pasar y necesitar acompañamiento psicológico.
Algunos de estos signos, pueden ser:
- Cuadros depresivos.
- Ansiedad.
- Problemas de autoestima.
- Problemas de identidad.
- Sentimientos de estancamiento.
- Hipocondría o agrandamiento de los problemas que generan malestar.
- Tristeza.
- Culpabilidad.
En los niños, como explica la psicóloga, esto puede generar problemas futuros en sus relaciones interpersonales, autoestima o gestión de las emociones, si no se identifica y enfrenta debidamente.