Tres historias de empleabilidad colombo-venezolana en la frontera

A través de la caja de compensación (Comfanorte) se han generado oportunidades de empleo para la población migrante.
Director administrativo de Comfanorte Óscar Gerardino y empleados
Escrito Por:
Keila Paola Vílchez

 

La voluntad de salir adelante, la perseverancia, las ganas de trabajar, la integración, la empatía y la mística se conjugan en los espacios de trabajo de Mari Tramonte, Luis Isaac Rueda y Jhon Jairo García. Todos son migrantes venezolanos, con nacionalidad colombiana también, y quienes laboran en la Caja de Compensación Familiar de Norte de Santander (Comfanorte).

Mantener un trabajo estable ha sido para ellos la clave para lograr la inclusión y la estabilidad en su proceso de movilidad humana, que en el departamento fronterizo ha acogido a más de 334 mil personas venezolanas. Luis tiene solo 21 años y lleva dos trabajando en la caja de compensación, donde empezó en el área de restaurante, pues su experiencia previa era en ese sector.  

“Por medio de una prima me enteré de la bolsa de empleo de Confanorte, y como ella sabía que yo necesitaba ampliar mis ingresos, porque quería seguir estudiando. Metí la hoja de vida por internet y cuando llegué comencé como auxiliar operativo en el área de restaurante y panadería. Ya estando dentro de la empresa, hice el curso de salvavidas y primeros auxilios y luego de un tiempo me llamaron para formar parte del equipo que labora en el Ecoparque”, cuenta.

Isaac nació en Barquisimeto, estado Lara, y hace seis años, decidió migrar a Cúcuta, porque su papá es colombiano. El sueño de progresar a nivel educativo lo llevó a dejar su casa en Venezuela, donde le faltaba solo un año para graduarse de bachiller. “Acá empecé desde cero los estudios, validé quinto de primaria y empecé a estudiar en la nocturna sexto y hasta llegar al grado once”, relata.  

 

Isaac Rueda lleva dos años trabajando en Comfanorte

Cuenta que tener este empleo le ha permitido vivir tranquilo, pero sobre todo le ha dado la posibilidad de ayudar a la familia que dejó en Venezuela: padres y hermanos. Y además, pudo graduarse como asistente administrativo y cursar actualmente estudios en inglés.


Mary Tramonte Gómez, de 40 años, es compañera de trabajo Luis, ella llegó a Colombia hace 6 años, tras una difícil situación económica en su tierra natal. Su descendencia colombiana le permitió obtener la nacionalidad y hacer el proceso de convalidación de su carrera profesional: abogada. 

Llega a Comfanorte, tras laborar en una notaría. “Una amiga me comentó que estaban buscando una abogada en la caja para apoyarlos en los procesos de contratación y justamente esto era lo que yo hacía en Venezuela, entonces, llevé mi hoja de vida y me llamaron y estoy en el departamento administrativo apoyando la contratación e infraestructura”, dice. 

 

Brindando oportunidades

El director administrativo de Comfanorte, Óscar Gerardino, explicó que han estado brindando diferentes “oportunidades laborales a la población migrante en la corporación, no solo permitiéndoles ser parte de nuestra caja de compensación, sino también obteniendo los beneficios que por ley debemos cumplir y que como afiliados tienen derecho a usar y sus familias”.

Jhon Jairo es ejemplo de estos procesos, pues durante 5 años formó parte de las filas de Comfanorte. Él es colombiano retornado, pues cuando apenas era un niño fue llevado a Caracas, capital de Venezuela, donde vivió por más de 40 años. Creció en medio de las costumbres venezolanas y el arraigo a la vida caraqueña. 

“Allá trabajé durante más de 20 años en la parte de consumo masivo. Yo laboré en empresas del área de la nutrición, pasteurizadora Táchira y en otras. Allá vivía en una burbuja en la que estaba más o menos bien, entonces no sentía la necesidad de buscar en otro lado, en ese momento, pero llegas a un punto en el que te das cuenta que por más dinero que ganes hay cosas como la salud y la seguridad que no vas a conseguir”, explica. 

Mari Tramonte y otros empleados de Comfanorte

Decidió salir de Venezuela y llegó a Cúcuta, de donde es su familia, pero cuando llegó creyó que todo iba a fluir bien y fue cuando se dio cuenta que los documentos que traía apostillados no eran los indicados para hacer el proceso de convalidación de sus estudios de pregrado. 

“Me asesoraron mal en el consulado y llegué aquí como un analfabeta, entonces, me tocó iniciar de cero, es decir, hice el bachillerato aquí otra vez a través de la Corporación Espíritu Santo, donde dan clases por ciclos, y con ellos me hicieron unos exámenes diagnósticos para todo lo que es primaria hasta noveno grado, y cursé el año 10 y 11 para luego obtener el título de bachiller”, dice. 

Tras meter varias hojas de vida fue llamado desde Comfanorte, y tras firmar un contrato por tres meses, se quedó por cinco años como asesor comercial, pero para lograr este cargo tuvo que hacer estudios previos y actualmente está cursando quinto semestre de administración.


La integración y oportunidad

Los tres colombo venezolanos coinciden en que sus procesos de integración han sido favorables debido a varios factores: tener un empleo estable, contar con redes de apoyo en estos espacios y estar regularizados. 

“Tener un empleo formal es importante, eso ayuda en lo personal no solo al migrante sino también a la ciudad a través de los aportes que este hace en materia de impuestos”, cuenta Mari. Para ella tener un equipo de trabajo empático fue fundamental. “Esto me ha permitido crecer como profesional, porque todos los días en Comfanorte han sido de un aprendizaje continuo con el grupo de trabajo”, enfatiza. 

Sobre este aspecto, la caja de compensación ha resaltado el hecho de las oportunidades de tener personal venezolano. “Hemos contado con profesionales de alta calidad que, a través de sus habilidades y su saber, aportan ideas nuevas e innovadoras a nuestra caja, permitiéndonos cumplir con el objetivo principal de nuestra corporación, la cual es contar con un recurso humano de primera”, manifiesta el director administrativo.

Además, indicó que los procesos de contratación actuales que manejan en la caja son los idóneos para lograr una efectiva integración de la población migrante venezolana, “pero existen diferentes variantes como la falta de documentación legal y las restricciones fronterizas que pueden limitar su proceso al momento de acceder al empleo formal.

Se requerirían enfoques más flexibles y programas de apoyo que consideren estas barreras específicas, promoviendo la inclusión y la igualdad de oportunidades para lograr una integración más efectiva”, precisa.