Vivian Velasco: "Quiero lograr ver la felicidad de los niños migrantes"

La docente venezolana enseña hábitos de estudios a la niñez vulnerable en Norte de Santander.
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Escrito Por:
José Luengo


Quienes conocen a Vivian Velasco Ramírez, una migrante venezolana de profesión docente, no saben cómo saca fuerzas para resistir las adversidades del cambio vivido a partir del 16 de diciembre de 2018 cuando llegó a Norte de Santander para emprender una nueva etapa junto con su esposo e hija. El amor por su carrera la motivó a hacer hago excepcional: educar a los niños y jóvenes migrantes y colombianos retornados en el asentamiento La Fortaleza.   

Vivian se desempeñaba como docente en una institución privada en Caracas, dando clases a niños y niñas en etapa inicial. También fue tutora de un menor de un año y medio con Síndrome de Down. Esa pasión por lo que hacía la llevaba a capacitarse en cursos y talleres.  
El país donde vivió por más de 40 años cambió drásticamente y las alternativas para sobrevivir se complicaron cada día por lo que tomó la decisión de emigrar a Colombia.    

Al cruzar el puente internacional Simón Bolívar fue hacia La Fortaleza, en la comuna 8, situado a un costado del anillo vial occidental, en la vía  Cúcuta-El Zulia donde una tía de su pareja los esperaba. A pesar de vivir 15 días muy duros, desistió regresar a su país natal porque la situación empeoró.  “Nos tocó quedarnos y renunciar a todo en Venezuela, dejar al resto de mi familia, mi casa y mi empleo”, relató la profesora.  


Sus primeras actividades fueron vendiendo limonada, hielos, combos de golosinas. Llevaba a su hija en una escuela en Atalaya y ofrecía sus productos en la salida de la institución. Luego una señora les enseñó a preparar vallunas, parecidas a las empanadas de Venezuela.

 

  Migrantes venezonalos en Colombia

La docente se percató de un grave problema en la comunidad: muchos niños y niñas  no tenían posibilidades de estudiar.  Además, más de mil  personas habitan en situaciones deplorables al no contar con servicios de electricidad, carreteras internas, agua y alcantarillado, desde hace siete años. 

“Mis compañeras y yo vimos muchos niños desescolarizados, la gran mayoría niños migrantes venezolanos, que vinieron con sus familiares, sin acta de nacimiento, tarjeta de vacunas, sin registros. Habían también niños desplazados y colombianos retornados”, recordó Vivian. 

Hoy en día, Colombia cuenta con más de 400.000 estudiantes migrantes venezolanos en su sistema educativo. Con el  próximo Permiso por Protección Temporal, el Estado pretende cobijar a esta población para que culminen con éxito el ciclo escolar.   

Proyecto

Un día acudió junto con otras colegas al Centro Misionero Nueva Vida, liderados por las hermanas Martha Isabel y Gloria Patricia Celis Villamarín, a quienes les presentaron un proyecto educativo para instruir a los niños de entre 2 y 14 años, durante las mañanas y tardes.   
“Las hermanas nos ofrecieron los espacios, las mesas, sillas y refrigerio Fue un voluntariado muy bonito durante un año, donde me dejó muchas enseñanzas como el valor de la comprensión, la tolerancia, el compañerismo y dejar el egoísmo a un lado y poner en práctica en un país distinto, en una población distinta, en una cultura distinta, la vocación como docente y lograr ver la felicidad en los rostros de los niños y niñas que venían como yo, en una situación difícil como migrante en un país extraño”, expresó Vivian. 

La hermana Martha Celi Villamarín mencionó que en el comedor asistían personas que les gustaba enseñar y el espacio se prestó para poder dar clases a los niños. 

“Fue bonito porque cuando llegábamos ya estaban ellas con los niños, enseñándoles  las canciones (…) Se hizo una gestión para que algunos estudiaran cerca, pero muchos no pudieron. Me parece bonito lo que hace la profesora  Vivian porque labora desde su casa  dando clases y lo hace con todo gusto porque es lo que más le apasiona”, dijo la hermana.   

 

Migrantes venezonalos en Colombia


Fundación


Actualmente la profesora Vivian tiene su propia Fundación  llamada Niños Sin Frontera Unidos de la Mano, cuenta con el apoyo de tres líderes colombianos y de su esposo que funge como representante legal. Ella no pudo inscribirse en la Cámara de Comercio por no tener aún la regularidad, pero espera obtenerla para seguir creciendo profesionalmente.   

Continuó su plan escolar para 60 niños y niñas que no han ingresado a la escuela por extra edad, una razón por la que muchos no entran al colegio por falta de documentos. Ha convertido la sala de su humilde casa en un salón de clases con letreros, libros, cuadernos, lápices y creyones. Todos la respetan y la quieren, al igual que los representantes por su labor desinteresada. 

“El aprendizaje ha sido muy eficaz, cada día han aprendido mucho más, los colores, los números, las vocales. Más que una fundación, es una mano amiga, que tenemos cerca en el barrio para ayudar a los niños y niñas tanto colombianos como venezolanos”, contó Angie Sulbarán, migrante de Mérida, Venezuela.   

La intención de Vivian es darles un espacio seguro para que reciban clases recreativas, de manualidades y en otras áreas para capacitarlos. La idea es que al momento de llegar al colegio estén preparados. 
Miguel Becerra, representante legal de la fundación, mencionó que la misión de la organización es mantener el entusiasmo de los niños por el estudio. 

Mencionó que hay muchas madres que quieren que sus hijos ingresen a la fundación, pero por la COVID-19 no puede agrupar muchos niños y se le ha dificultado la parte alimenticia por no contar con el apoyo de organizaciones. 

 

Migrantes venezonalos en Colombia


A pesar de la falta de apoyo e inconvenientes se siente agradecida por estar en Cúcuta y sigue dando lo mejor de si por el bien común, sin importar la nacionalidad o en dónde esté.  

“Estoy feliz de poder ayudar a los niños, a crearles hábitos de estudios. Siento que poco a poco estoy rescatándolos, enseñándoles a que tengan ganas de superarse. Es una misión y un reto para mí de beneficiarlos, de que logren entrar  al sistema educativo y vayan preparados y no tengan miedo de hablar o enfrentarse a la sociedad por el hecho de ser vulnerable o migrante. Sé que cuando e regresen al colegio se acordarán de mi y de todo lo que les enseñé”,  reflexionó.  

Al hablarle sobre la posibilidad de regularizarse en el país, Vivian sonríe y espera que con el Estatuto pueda alcanzar todos sus proyectos. 

“Me gustaría formar parte del sistema educativo colombiano porque es súper avanzado en investigación, tecnología y nuevos métodos de aprendizajes. Si me dieran la oportunidad nuevamente de estudiar la carrera de primera infancia lo volvería hacer. Nunca es tarde para aprender, si Dios lo permite”, comentó muy optimista la "profe" de La Fortaleza.