En el barrio Las Delicias, las manos de un grupo de jóvenes -que no supera los 25 años- se unieron para trabajar por su comunidad. Colombianos de la comunidad local, refugiados y migrantes venezolanos, y víctimas de desplazamiento forzado conformaron la Red de Jóvenes Voluntarios de ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados), desde el año pasado, y con sueños sembraron una semilla de esperanza en las juventudes que hoy se levantan en este barrio de la comuna 9 de la capital nortesantandereana.
Esta red inició un proceso de formación como líderes en octubre del año pasado y desde febrero de este año levantaron sus propios iniciativas para beneficiar al resto de las juventudes del sector.
“Se ideó un proyecto llamado ‘Proyectos para todos por unas Delicias más voluntarias’ y con este se organizaron talleres a través de los cuales se identificaron grupos focales en la comunidad, para quienes desarrollamos una escuela de fútbol, talleres de belleza integral y talleres de bisutería”, explicó Henry Julián Esquea, líder de la red.
La escuela de fútbol con el propósito de alejar del ocio a los niños. Se unieron 30 niños, niñas y adolescentes en el proceso de enseñanza deportiva.
“El proyecto deportivo venía para que los jóvenes se alejaran de la delincuencia y de la drogadicción porque era una problemática que es constante en todas partes. Antes, se habían desarrollado un proyecto para lograr manejar este problema, pero los procesos acá han sido difíciles de mantener. Esta escuela de fútbol fue diseñada para ser autosostenible y que los jóvenes no solo tuvieran un alejamiento de las calles, sino que de paso practicaran una habilidad y aquellos que desarrollan su pasión, que es el deporte, puedan ser contactados, vistos por un cazatalentos y crecer en su sueño”, detalló.
En el caso de los talleres de belleza integral fueron orientados a madres primerizas y mujeres que por causa de la pandemia quedaron sin trabajo y con esto ofrecerles una herramienta de sostenibilidad.
El proyecto con anticipación hizo un diagnóstico participativo con los jóvenes en general y los líderes. A partir de esto, las temáticas de los seminarios fueron elegidas por la misma comunidad entre las habilidades que sus integrantes deseaban aprender.
“Con estos proyectos buscamos llamar la atención de estos jóvenes para que empiecen a ver y ser conscientes del barrio y sepan que formamos parte de algo grande. Que el joven salga de las calles comience a comunicar, socializar, a ser críticos”, reflexionó.
Uno de los objetivos del proceso es no solo que aprendan un oficio o una herramienta de trabajo sino formarlos de forma integral en valores para que sean conscientes de las problemáticas que presentan sus comunidades y a su vez partícipes activos en fomentar una solución.
Génesis Andrea Quevedo, venezolana y líder joven del barrio, sostiene que estos procesos de formación le han servido para integrarse a la comunidad Las Delicias en su proceso migratorio y lo califica de positivo y gratificante.
“Uno empieza a pensar en positivo y afirmar en positivo. Enseñamos y aprendemos al mismo tiempo en el proyecto”, precisa.
En Manuela Beltrán las jóvenes se unen por su futuro
Gabrielkis Brito Villamarín, joven proveniente de Venezuela que vive en el barrio Manuela Beltrán de Cúcuta, ha liderado la Red de Jóvenes Voluntarios en esta comunidad, que la acogió y donde el 45% de las familias son desplazadas, que vienen de la región del Catatumbo.
Ella explica que el proyecto tiene como objetivo apoyar los liderazgos de jóvenes de la ciudad de Cúcuta, especialmente jóvenes refugiados, desplazados internos, retornados y de las comunidades de acogida.
Con ello se busca fortalecer espacios de integración dentro de la comunidad a la cual pertenece, de manera que estos puedan ser escenarios de paz, aprendizaje de habilidades para la vida, encuentro y productividad.
Uno de los propósitos es integrar otras organizaciones juveniles de la ciudad de Cúcuta y, a su vez, fortalecer los espacios de discusión que tienen los y las jóvenes para construir perspectivas sobre la ciudad y plantear posiciones sobre cómo desean que sea su territorio y cómo ellos y ellas pueden transformarlo.
“Iniciamos este año desde febrero el proceso de formación de nuestros jóvenes y para mí ha sido una experiencia muy gratificante, me ha gustado mucho. Estamos con las muchachas en el taller de belleza, con el cual les estamos ayudando a las jóvenes a aprender un arte que les permita en medio de su cotidianidad a defenderse en la vida por medio de este oficio”, dijo la joven.
En Manuela Beltrán los jóvenes han podido unirse en estos espacios para visibilizar su futuro y observar las necesidades de su comunidad.
“Es algo bueno porque en un futuro podemos apoyar con nuestros liderazgos en nuestras comunidades y para ello debemos estar los jóvenes, para que estos procesos se muevan”, puntualizó.
La comunidad de Manuela Beltrán ha acogido de manera satisfactoria a los refugiados y migrantes venezolanos, sostiene la joven, la cual asegura que entre todos realizan acciones conjuntas para llevar a cabo los talleres.
“Acá siempre prima el respeto entre todos y principalmente la fraternidad” dijo con cariño Gabrielkis, quien contó que ahora siente la comunidad más suya y se siente integrada a ella de forma más cercana.
La experiencia de estos jóvenes en los barrios Manuela Beltrán y en Las Delicias ha dejado un balance positivo entre las personas que han manejado los liderazgos en la zona.
Lisbeths Jiménez, líder comunal, enfatizó que el trabajo de la Red de Jóvenes Voluntarios de Acnur han llenado de energías positivas al resto de los chicos del barrio. “Estos son nuevos liderazgos que siempre van a incidir de forma hermosa a la comunidad, porque desarrollan un trabajo integral por la comunidad y para los jóvenes de la comunidad”.