Son decenas de colombianos los que a diario se ven obligados por la situación económica y política que atraviesa el vecino país, a volver a su tierra natal pero el ‘viacrucis’ es grande pues dejar una vida hecha y arrancar de cero no es nada fácil.
Así lo está viviendo Ana María González, quien a sus 60 años tuvo que dejar sus pertenencias, amigos y familia para regresar a Cúcuta porque ya no aguantó más la crisis. Una prima fue la que le dio la mano y la dejó quedar en una habitación de su casa ubicada en el municipio de Los Patios.
“Con el dolor de mi alma quedaron atrás 40 años vividos en El Nula del estado Apure, donde conocí a mi esposo, tuve a mis 4 hijos y 10 nietos; y regresé a Colombia para buscar mejor vida, pero la edad pesa y así debo sacar fuerzas para comenzar de nuevo”, dijo Ana, mientras se llevaba su mano derecho al rostro, evocando nostálgicos momentos.
Lucha para darles nacionalización
Pese a que Ana sí tiene la cédula que la acredita como nacida en territorio colombiano, los demás integrantes de su hogar no la tienen. Ahora sueña con poder sacarles la nacionalización a sus hijos y nietos para que puedan acceder a sus derechos como colombianos.
Sin embargo, el trámite no es sencillo y lleva varios meses intentando al menos conseguir una cita para la Registraduría, que ni siquiera ha podido obtener.
“Es denigrante, uno tiene que quedarse afuera por varios días, a veces dormir en el monte porque las citas solo las dan los dos primeros días de cada mes. Ya perdí varios intentos.
El mes pasado duré 8 días haciendo cola, aguantando hambre y pasando angustias hasta que por fin entré al coliseo de Prados del Este, que es donde hacen las jornadas, pero perdí todo ese tiempo porque no sabía qué documentación debía traer y tenía la incorrecta”, relató.
Ana pretendía darles la nacionalización a sus nietos pero desconocía que para hacerlo primero debía tramitar la de cada uno de sus cuatro hijos.
Sin rendirse
Este tropiezo no la hizo desfallecer y pese a su edad, volvió este mes a las largas filas para un turno. Allí una vez más tuvo que permanecer afuera del coliseo por varios días, y además vio cómo algunos gestores vendían los puestos hasta por 200 mil pesos.
“Afuera uno escucha de todo tipo de ofertas pero si no tengo ni para el pasaje, menos voy a tener para pagar tanto por un lugar en la cola. Hoy vine con mi hija menor y los papeles solicitados: mi cédula original, acta de nacimiento legalizada de ella porque apostillada está casi imposible de sacar y el tipo de sangre.
Estamos en el último turno (90) de los tres grupos que atenderán hoy (300 en total). Sé que es un camino largo y que me siento sin muchos alientos pero seguiré para que mis hijos y nietos tengan un mejor futuro, aunque aquí no tenemos casa, ni empleo pero hay una esperanza de sobrevivir”, acotó.