En la repostería, innovar con productos es fundamental a la hora de emprender y entrar al mercado de las tortas y los dulces; eso lo entiende a la perfección Maryuri Núñez, una mujer retornada de Venezuela, que junto con su esposo, comenzaron el sueño de abrir su propio local de pastelería, y están decididos a revolucionar esta labor en Cúcuta.
Por razones personales, esta cucuteña tuvo que migrar a Venezuela y para poder llegar a Maracay tuvo que ir vendiendo todo lo que tenía en su posesión y empezar desde cero en un país diferente; sin embargo, con el paso de los años, la situación económica fue empeorando aún más y por el bien de su hogar y sus dos hijas, con su familia decidió cruzar la frontera en busca de nuevas oportunidades.
Una vez en Cúcuta, la repostera menciona que nada fue fácil, puesto que al principio solo realizaba encargos de tortas desde su casa, porque la cocina es lo que siempre le ha gustado y en lo que se ha desempeñado gracias a los estudios que ha culminado en instituciones como el SENA.
Durante más de tres años se dedicó en la modalidad de pedidos desde casa, cultivando con paciencia el sueño de poder montar su propio local, que dejar un legado y precedente dentro del arte que tanta ama y que le permitió sacar, al lado de su esposo, su familia adelante.
Para Núñez, su retorno fue una carga emocional con la que tuvo que lidiar durante mucho tiempo, pero que nunca la hizo flaquear para conseguir lo que se propuso como repostera y artista.
Su especialidad son las “tortas hiperrealistas”, las cuales se consideran un arte dada su complejidad al hacer que este plato parezca realmente un objeto, animal o persona a tal punto de incluso confundirse, por lo que no muchas personas las realizan y el objetivo principal de esta emprendedora es que más personas conozcan este tipo de trabajo en la capital nortesantandereana.
Desde hace un año, fruto del esfuerzo, la dedicación y entrega que colocaron sobre este emprendimiento, “Maya” tiene un punto físico que les permite ampliar sus posibilidades y comenzar a vender sus productos de forma permanente.
“Nosotros vendimos todo para irnos a Maracay y empezar una nueva vida no es fácil, más si luego toca volver a devolverse, pero se nos dio la oportunidad de empezar otra vez y aunque tener el local no es fácil, seguimos trabajando en buscar esa estabilidad”, señala Núñez sobre el sostenimiento de su nuevo punto físico ubicado en el barrio La Libertad.
Además, ella menciona que al llegar de nuevo intentó buscar trabajo, pero no obtuvo ninguna respuesta, lo cual, aunque la impulsó más a querer emprender, considera que no debería ser, porque ser retornado o migrante no es fácil y las personas deberían dejar de lado sus diferencias y dale la oportunidad a estas personas de reconstruir sus vidas.
Como emprendedora, ha sido beneficiaria de programas como “Oportunidades sin Fronteras”, implementado por la Corporación Minuto de Dios, y espera que, al igual como ella lo hizo, otras personas también busquen y consigan las oportunidades que necesitan, por ello, genera más empleo y desde su posición contribuye al desarrollo económico y comercio de la ciudad, promoviendo el apoyo a aquellas personas que al igual que ella comienza con sus negocios.
Estas son algunas de las muestras del trabajo que hace
