Soy Patricia Salguero, nací en Cúcuta y por 23 años viví en Venezuela. En agosto del 2015 fui obligada a retornar a Colombia con mis hijos Liseth Paola, Luis Alfonso y Marlon Sebastián y mi esposo Luis Alfonso. Dejé atrás una vida estable con casa propia, carros y locales comerciales en el estado Aragua.
Mi hijo mayor vendió su moto y su celular, que era lo único que pudo cruzar por la frontera. Con ese dinero compró madera y construyó dos juegos de muebles. Los vendió rápido. Así poco a poco fuimos saliendo adelante y cubriendo nuestros gastos en la casa.
Juntos levantamos una mueblería familiar, en la que hasta la fecha, mi esposo y mi hijo se encargan de producir estos productos y venderlos a diferentes clientes en Cúcuta, siempre enfocados en brindar calidad, buen precio y un servicio esmerado.
Pero en ese entonces, me había cruzado con muchos paisanos que vivían una realidad similar a la mía. No sabíamos cuál era la ruta a seguir ni a dónde acudir para recibir información sobre los programas del gobierno colombiano para los retornados.
Por eso decidí crear una fundación de apoyo y acompañamiento a los retornados en la que pudieran recibir orientación y capacitación.
La llamé "Nueva Ilusión", porque cuando uno abandona su tierra, uno va cargado de muchos sueños, que son ilusiones que deseamos que se vuelvan realidad.
A medida que que la crisis en Colombia fue empeorando, más venezolanos llegaban a Cúcuta en busca de ayuda. Por eso con el apoyo de varias organizaciones, comenzamos a brindar atención a caminantes y a la población retornada y migrante en situación de vulnerabilidad aquí en el municipio Los Patios.
Cada día brindamos desayuno, merienda, almuerzo y media tarde a cientos, sobre todo niños y ancianos, también asesoría jurídica, orientación psicológica y servimos de puente para otro tipo de servicio humanitario que requieran.
Hoy Nueva Ilusión me ha regalado a una familia de voluntarios compuesto por otros retornados y migrantes. Todos son nobles y solidarios. También tengo la satisfacción de ayudar a retornados, familias mixtas y caminantes.
A quienes migran y a quienes regresan a Colombia les doy el mismo mensaje: tengan mucha fe y esperanza, sean optimistas. Este camino no es fácil, pero hay que luchar para tener un futuro mejor.